El reino de los francos fue el más
estable y duradero de los fundados por los pueblos germánicos en Europa.
A partir del siglo VIII, una nueva
dinastía de reyes, descendientes de la familia de los Heristal, le dio su
mayor esplendor, y extendió su poder a todos los países de Occidente, en la
misma época en que los árabes consolidaban su dominio en la península ibérica.
Carlos Martel que, como vimos, detuvo los arabes en su avance sobre Europa en
la memorable batalla de Poitiers (732), tuvo dos hijos: Carlomágno, que
profesó como monje, y Pipino, apodado el Breve por su baja estatura, que depuso
a Childerico III y se apoderó del trono en el año 751 y reinó hasta el 768,
inaugurando la dinastía de los carolingios. A su muerte, sus dos hijos,
Carlomán y Carlos, fueron elegidos reyes de los francos, pero, como era de
prever, no lograron coordinar sus acciones y se enfrentaron entre sí.

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