Su obra, sobre todo pinturas religiosas y retratos, se caracteriza por un cromatismo muy vivo en el que predominan las tonalidades rojizas y azuladas, por los contrastes de luz y por la complejidad de su composiciones, repletas de figuras alargadas que infunden espiritualidad al conjunto.
Todo estos elementos otorgan a su obra un estilo muy personal.
Entre sus pinturas destacan el entierro del señor orgaz, El espolio y el caballero de la mano en el pecho.
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